La caja siempre ha supuesto una fuente de desconfianza del CEO respecto al personal de administración.
El problema surge porque no se lleva un control de la misma adecuado.
Para solventar este escollo propongo la separación en dos cuentas contables de caja:
a) Una para los cobros de clientes por caja, que al final del día se llevan al banco, por lo que el saldo a diario es 0.
b) Otra cuenta a la que denominó fondo fijo de caja, en la que se registran los pequeños gastos por caja. Operativa:
El gerente firma un talón al contable por 600 euros (cantidad sugerida).
El contable retira el dinero del banco, y con este paga pequeños gastos hasta llegar a la cantidad de 600 €.
Adjuntará los justificantes de esos gastos para que el gerente revise la conformidad y le extienda otro cheque por el mismo importe.
Por tanto esta cuenta contable siempre fluctuará entre 0 y 600 € de saldo.
De esta forma nos aseguramos un correcto control de la caja de la empresa y nos evitamos desconfianzas y mal ambiente con el personal que la gestiona.