La estrategia y su ejecución han de estar en perfecta sintonía, cuando ello no es así se da lo que se conoce como “gap de ejecución”, que es la divergencia que se produce entre lo que se planifica y lo que se ejecuta. En un entorno tan cambiante y globalizado como en el que hoy día se mueven las empresas ya no es suficiente con la ventaja competitiva en costes o diferenciación, hay que diseñar estrategias basadas en el valor para nuestros clientes que nos permitan “no competir” dando pié a nuestro propio “océano azul”.
Tenemos que pensar más en términos de modelos de negocio que de estrategias, de hecho el modelo de negocio es la estrategia, y hemos de probar con distintos modelos hasta dar con el adecuado.
Aquel que obtenga una ventaja competitiva no será el que tenga una mejor estrategia sino el que sea más ágil ejecutándola, y para ello es preciso superar los motivos que llevan a los fallos en la ejecución fundamentados básicamente en que los líderes no han sabido crear una cultura de ejecución por lo que no han puesto en marcha procesos y sistemas dirigidos hacia la misma.
Las causas las tenemos que encontrar en los siguientes puntos:
- Falta de visión, ya que casi nadie en la plantilla entiende la estrategia.
- Falta de dedicación a la estrategia por parte de los mandos intermedios.
- Sólo una pequeña porción del personal tiene un sistema de compensación alineado con la estrategia.
- La falta de recursos ya que las empresas en muchas ocasiones no alinean estrategia y presupuestos.
Entendemos la ejecución como un “conjunto específico de comportamientos y técnicas que las empresas deben dominar para conseguir una ventaja competitiva. Es la tarea principal de cualquier líder. Existen tres procesos básicos en la ejecución: la estrategia, las personas y las operaciones a los que dedicaré los próximos artículos.