Pasamos mucho tiempo en la empresa en la que trabajamos habitualmente. Podemos llegar a dedicar a ellla más tiempo que a nuestra propia familia. Será deseable, por tanto, que la salud emocional del entorno sea buena ya que en gran medida será también la nuestra.
La productividad de nuestra economía y de nuestro país, en gran medida, depende de cómo se gestionen nuestras empresas.
Aquí es donde tenemos que mejorar la calidad de nuestros sistemas organizativos y empresariales.
Algunos datos:
- Recientes estudios revelan que España está en la cola respecto a nuestros socios comunitarios en el ranking de calidad directiva y productividad.
- Trabajamos casi doscientas horas más al año que la media del resto de colegas europeos.
- Disfrutamos de cuatro días menos de vacaciones al año que nuestros colegas de la Unión Europea.
- El 50% del absentismo laboral presencial está relacionado con el estrés emocional; de lo que podríamos llamar absentismo psíquico o despido interior no hay cifras.
Debemos mejorar nuestros sistemas empresariales. Superar paradigmas empresariales desfasados e ineficientes, mejorar la calidad directiva, comprometer y facilitar la motivación de todos los profesionales.
El entorno de los negocios se ha convertido en un paisaje muy complejo e inestable motivado por:
- Globalización y mercados emergentes.
- Cambios demográficos y movimientos migratorios (diversidad).
- Innovación tecnológica.
- Conciencia ecológica y del bienestar.
- Consolidación de la mujer en el mercado laboral.
- Mayor cultura y exigencia en clientes y trabajadores.
- Acumulación y aceleración del cambio.
El cambio social al que estamos asistiendo requiere que las organizaciones y los sistemas empresariales se reinventen, se adapten a la nueva realidad que les toca vivir. Los sistemas organizacionales deben cambiar sus valores y creencias guía, si quieren sobrevivir al nuevo escenario.
La empresa tradicional gira en torno a unas tareas muy definidas y repetitivas. Se sustenta en la figura del mando o capataz y provoca una emocionalidad de miedo al error y al despido, como mecanismo de control y sometimiento. La empresa moderna apuesta por las funciones flexibles, que promueven la innovación y aportan valor, fomentan la delegación y la autonomía responsable en la figura del líder como coach. La empresa moderna promueve una emocionalidad basada en la confianza, el respeto, el compromiso, el entusiasmo y el sentido.
Los directivos y los mandos intermedios de las empresas y las organizaciones son una pieza fundamental para generar espacios emocionales expansivos y construir sistemas emocionables sostenibles. Mejorar su calidad directiva es una condición necesaria.
Fundamentar los juicios y las creencias limitantes, potenciar el pensamiento positivo y la actitud constructiva, crear anclas positivas, generar actividades que fomenten entrar en flujo, abordar los conflictos de una manera abierta y constructiva, utilizar las tiritas pertinentes ante las emociones negativas, etc.
Los directivos deben balancear su rol de gestores con el de líderes; es decir, estar orientados al cumplimiento de la tarea y al desarrollo de sus colaboradores.
Como líderes tendrán que formular visiones y retos ilusionantes para sus equipos, generar espacios que les motiven y velar por el desarrollo de sus profesionales.
Según Goleman, el líder “resonante” provoca consonancia entre sus colaboradores y colegas, provocando cambios en el ámbito individual, llegará un momento en que habrá suficiente masa crítica para que se produzca el cambio grupal, el cambio en el sistema.
Os dejo este vídeo sobre la compasión que os va a sorprender.